
Al culminar nuestra etapa escolar, aún nos hallábamos inmersos en aquella cajita de cristal en la que nos metieron nuestros padres, esa cajita cuyas paredes son muy frágiles y a la vez están llena de sobreprotección; desde ahí teníamos una percepción tan errónea del mundo real, que muchos adolescentes optan por la rebeldía, por ese intento desesperado de romper las paredes y salir corriendo a explorar, a equivocarse y a continuar.
Desde pequeños vemos como nuestros padres se crean grandes expectativas sobre sus hijos y su futuro, tantas son sus expectativas que incluso varios de ellos ya tienen decidida hasta la profesión y universidad en la que estudiaran sus hijos, creo que esto ocurre porque ellos desean cumplir sus sueños frustrados en sus hijos (ojo, no todos, sólo algunos); de hecho muchos padres se toman la atribución de elegir la religión de sus hijos; menos mal que con el tiempo tenemos el derecho de cambiarnos de religión si así lo deseamos.
Por otro lado, nosotros los hijos nos pasamos la vida haciendo cosas para no decepcionar a nuestros padres, para cumplir siempre con sus expectativas; sin embargo, ¿qué ocurre cuando en el intento de hacer eso, terminamos siendo una decepción para nosotros mismos?
Entiendo que quieran lo mejor para sus hijos; pero deberían entender que ellos también tienen derecho a la felicidad, que deben elegir a libre albedrío lo que quisieran hacer con sus vidas, siempre y cuando estas decisiones no perjudiquen a los demás y no sea ninguna que los maltrate física, mental o emocionalmente. Frases como: “¿quieres estudiar música?”, “¿quieres estudiar arte?”...”estas loco, te vas a morir de hambre, de eso no se puede vivir “o peor aún “eso no es una profesión”, son muy comunes escuchar entre los hijos que desean hacer oír su voz; aún así, muchas veces esta voz es ignorada por sus “apoderados”.
Hace algunos días conversaba con una amiga de este tema; ella estudia Administración de Empresas, esta carrera se la impusieron sus padres; ella pensó que con el paso del tiempo le terminaría agradando este mundo empresarial. Hoy en día, cae en la cuenta que el tiempo no le ayudó mucho, sino que, por el contrario, ahora ella está en una evaluación de su vida para darle un giro e intentar (mientras se pueda) ser feliz.
Mi amiga al igual que muchas otras personas, agacho la cabeza y aceptó la decisión de sus padres, porque no quería decepcionarlos, aunque esto significara su desdicha. Ella no manifestó sus anhelos antes, pero nunca es tarde para reivindicarse.
Mi experiencia, es en cambio muy diferente; yo siempre tuve la oportunidad de elegir. En mi época escolar, fui muy hábil para las matemáticas y la economía siempre fue un tema que me llamaba la atención; así que decidí estudiar Economía. Mis padres estuvieron muy contentos con mi elección, estuvieron muy orgullosos de mí.
Cuando comencé mis estudios universitarios en la carrera elegida, descubrí que economía no era mi pasión; no puedo negar que es una profesión muy interesante y me agrada; pero no me apasiona como quisiera. Fue entonces cuando converse con mi madre y le dije: “mamá yo quiero estudiar Ciencias de la Comunicación, además, deseo entrar a un taller de claun”…mi madre, hecho a reír, hasta que se dio cuenta que yo hablaba en serio; ella contestó:” lo siento, tú elegiste esta profesión, ahora la terminas, después estudias lo que quieras”. ¿Que hice yo? Pues, le estoy haciendo caso a mi mamá; ahora estoy a la mitad de la profesión y pago las consecuencias de mis actos, estudio con mucho esmero Economía, porque sé que será un medio para poder llegar a la meta. Además, la universidad también me ha dado muchas satisfacciones, pero de eso ya escribiré en otro momento.
Una canción de Cafres dice: “si no exclamas, nadie reclama tu voz, sino te jugas, nadie lo va a hacer por vos”…no somos propiedad, ni plastelina de nadie para que nos amolden a su manera. Cultura Profética tiene una canción llamada Ideas Nuevas que dice lo siguiente: “hay que aprender a desaprender, no es contradicción es enmendarse; no todo lo que se ve es realidad, no todo lo que se escucha es la verdad…debemos aprender que no todo lo que se enseña nos hace crecer…no te dejes programar”.
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